La anunciada fusión entre el Minerd y el Mescyt genera serias inquietudes sobre el éxito académico de la medida. Ambos campos requieren de estrategias, metas y visión diferentes, lo que justifica dudas razonables acerca de la pertinencia de la medida.
La educación es un derecho fundamental, sin embargo, la Constitución distingue los distintos niveles educativos, incluyendo los obligatorios. Con respecto al nivel universitario se ha constitucionalizado la autonomía universitaria y la libertad de cátedras y en los niveles pre universitario la Ley ha especializado el cuatro por ciento del producto interno bruto, valores que por ser destinados a la educación la Constitución declara como no transferibles, lo que dificulta la pretensión del Gobierno de hacer ahorros de una partida de veinte mil millones de pesos, con una fusión, que a su vez transfiere a otros órganos funciones propias del Mescyt, como son los capítulos de ciencia, investigación y tecnología.
Se sabe que la educación servida por el Minerd tiene unos rudimementos, programas y actividad gremial ajena a la universitaria; la educación universitaria de grado y de postgrado ha crecido de manera agigantada en el país, lo que ha contribuido a la transformación de las estructuras sociales, especialmente después del movimiento renovador de la Uasd y al surgimiento de múltiples entidades universitarias privadas, que ameritan, primero de un Consejo de Educación Superior y, luego, de un Ministerio que ha venido transitando la senda de la educación superior con eficacia, en un mundo donde los criterios de titulación se han venido integrando a unas exigencias cada vez más universales.
La creación y la supresión de los ministerios es una atribución del Legislador y no debería quedar justificada sólo por la cuestión tributaria.
De producirse la anunciada fusión, sería aconsejable que el nuevo ministerio no sacrifique ni la experiencia técnica ni los caminos recorridos, sustituyendo personal que en cada rama "conocen lo que hay que hacer" para garantizar que no se "malogre" la calidad que se espera en cada uno de los campos llamados a fusionarse.
En lo personal, yo preferiría que tanto el Minerd como el Mescyt sigan trillando caminos independientes, en tanto que los recursos destinados a la educación no deben ser vistos como un gasto, sino como la mejor de las inversiones para garantizar el desarrollo sostenible del país.