Creo que la mayoría de los dominicanos somos o nos hacemos miopes y estúpidos, con lo que está sucediendo en el país.
No importa lo que suceda, nada nos importa, nada nos inmuta y nada nos interesa, sin importar que grande o pequeño sea el suceso, y eso es bastante peligroso, porque un día nos levantaremos y encontraremos una construcción en el patio de nuestras casas y no podremos decir nada.
Quienes pensaron que el empresario Antonio Espaillat, propietario de la discoteca Jet Set, sería llevado a la cárcel a cumplir medida de coerción por la muerte de más de 235 personas, estaban ciegos, miopes o estúpidos, porque tan pronto sucedió el lamentable hecho, se vio que no le pasaría nada.
Cuando decimos que debemos aprender a leer sin palabras y a entender sin decir nada, sobre este caso, es por la intromisión inmediata del presidente de la República, Luis Abinader.
El hecho del propio presidente Abinader anunciar que el Gobierno y no el Ministerio Público, había iniciado la investigación del caso, marcó el inicio de los resultados que la madrugada del jueves dieron a conocer los tribunales.
Pero, además, con la renuncia del abogado Jorge Luis Polanco, coordinador del equipo de recuperación del patrimonio público, nombrado por Abinader, para sumir el caso de Espaillat, todo el mundo debió imaginarse la dirección que tendría, que a la postre tuvo, no encarcelar a nadie por el lamentable caso del Jet Set.
Y esto es muy lamentable, que el presidente de la República, no importa de qué país o qué período, se meta en un caso como lo sucedido en Jet Set para defender a los culpables, no debe pasar como que nada ha sucedido.
La impunidad que hoy goza Antonio Espaillat, por la muerte de 236 personas, más de 180 heridos y la orfandad de más de 130 niños y adolescentes, hay un solo culpable. ¿Quién? Carajo, pero desapendejarse, sea menos miope, menos estúpido, también hay que decirle el nombre.
Un presidente es el equilibrio entre la justicia y los casos que sucedan, un jefe de Estado debe dejar al Ministerio Público hacer su trabajo, no debe meter su mano y sus influencias para variar resultados, como ha sucedido, y, sobre todo, si contamos con una “justicia independiente”, que también usted ha creído.
Vemos a Wilson Camacho y Rosalba Ramos, cogiendo malas noches, “disgustados” con los resultados de los jueces, pero no podrán hacer más nada, “eso es parte del show”, porque fue una línea bajada por el presidente Abinader, aunque, quizás, no haya dicho una palabra, pero tuvo acciones.
Y todo ha sido tan bien orquestado, que la población no se ha detenido a ver el resultado de la petición de medida de coerción a Antonio y Maribel Espaillat, si no, en el millón de pesos que el empresario entregó a la hija de Rubby Pérez, “por posibles daños ocasionales en el desplome del Jet Set”.
Esa maldita información mediática, por las redes, está jodiendo este país, y lo peor es que nosotros nos montamos en el “caballito” de lo que se quiera decir, y el aspecto importante, pasa y no nos damos cuenta.
Quizás muchos que se hacen los estúpidos dirán que el presidente Abinader no tiene razones para involucrarse a favor de Espaillat, pues solo les diré que el propietario del Jet Set es dueño, también, de una de las empresas que cada mes mide la popularidad del Gobierno, y le otorga más de un 60%, sin importar que el “diablo se lleve al demonio”.
Ese contubernio de encuestas Abinader-Espaillat, donde todas le otorgan hasta casi un 70% de aceptación al Gobierno, impidió que la justicia hiciera lo que la población esperaba, pero esa misma ciudadanía, aún no se ha enterado.
El Ministerio Público anunció que va a apelar la decisión de los jueces de la Oficina Judicial de Servicios de Atención Permanente del Distrito Nacional, quien además de aceptar los calificativos presentados en el caso, lo declaró complejo, pero mandó a los implicados para su casa. Eso debe dar risa, el caso es complejo, pero los acusados no quedan presos. Jamás había visto eso.
A Camacho, Ramos y Yeni Berenice Reynoso, que dejen eso así, porque hay un Dios, hay un karma y la providencia divina cobra, aunque muchas veces tarde, pero cobra.