Aunque constitucionalmente Luis Abinader no puede repostularse en 2028, su legado político y personal sí está en juego, por eso, debe de ser cuidadoso y prudente con las aspiraciones presidenciales del Partido Revolucionario Moderno (PRM) a lo interno de esa organización para mantener el poder y evitar el regreso de Leonel Fernández y su Fuerza del Pueblo.
Abinader necesita que su proyecto de gobierno continúe para evitar que su legado sea desmontado o reinterpretado desde una narrativa crítica.
Leonel Fernández representa un modelo opuesto: clientelismo, centralismo presidencial y control político institucional. Un regreso de Leonel significaría una revisión crítica de la gestión de Abinader, especialmente en temas como deuda pública, seguridad social, transparencia, publicidad estatal y relaciones con Estados Unidos.
“Un nuevo gobierno del PRM actuaría como custodio y curador de su legado; uno de la FP como fiscal”.
Aunque no hay casos judiciales abiertos contra Abinader, en la política dominicana ningún expresidente puede dormir tranquilo si el poder cambia de manos a un rival histórico. Leonel es un estratega que no olvida. Las tensiones entre ambos han crecido y, bajo su liderazgo, no se puede descartar una “revisión profunda” de contratos, decretos y designaciones.
Una victoria de Leonel podría significar un “ajuste de cuentas” político disfrazado de institucionalidad, más si cuenta con el apoyo del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y Danilo Medina, para llegar al poder.
Luis Abinader ha impulsado un estilo de gobierno más gerencial, orientado a lo técnico y a la percepción internacional. La derrota del PRM en 2028 representaría un giro hacia el “estilo PLD/FP”: carisma sobre gestión, pactos de élites, control comunicacional más férreo y pragmatismo extremo.
La permanencia del PRM garantizaría, al menos formalmente, la continuidad de un modelo que proyecta modernidad democrática.
Muchos de los grupos económicos que hoy respaldan a Abinader necesitan continuidad para consolidar sus inversiones. Un cambio brusco con un líder como Leonel, que tiene otros compromisos y relaciones históricas, podría alterar el mapa de poder económico. Abinader también tiene intereses y aliados que perderían acceso.
La política no es sólo ideología; es capital, licencias, medios, bancos, proyectos.
El “riesgo Leonel”: volver al pasado
Leonel Fernández ya gobernó por 12 años. Su regreso, más que renovación, sería interpretado por muchos como un retroceso. Abinader ha construido una imagen de “presidente del cambio”; permitir que vuelva el expresidente a quien venció en 2020 y 2024 podría verse como un fracaso estructural de su propuesta transformadora.
Luis Abinader no puede gobernar en 2028, pero necesita que el PRM lo haga para no convertirse en el próximo Danilo Medina: con logros arrasados, aliados perseguidos y un partido en el desierto.
Su continuidad política real está atada al éxito del PRM, no a la democracia abstracta.
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