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miércoles, 6 de agosto de 2025

Heridas de la infancia: ¿cómo se manifiestan en nuestra vida adulta?

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Desde pequeños vamos construyendo una imagen del mundo, de los demás y de nosotros mismos, a partir de las experiencias que vivimos. La infancia es una etapa decisiva, no solo por el desarrollo físico y cognitivo, sino por las huellas emocionales que muchas veces quedan grabadas silenciosamente en lo más profundo de nuestro ser. Esas huellas, conocidas como heridas de la infancia, pueden acompañarnos toda la vida, influyendo en nuestras decisiones, relaciones y autoestima… incluso sin que seamos plenamente conscientes de ello.

¿Qué son las heridas de la infancia?

Las heridas de la infancia son experiencias emocionales dolorosas o traumáticas que un niño o niña no logra procesar adecuadamente. Pueden surgir por abandono, rechazo, humillación, traición o injusticia, entre otras causas. Aunque algunos padres o cuidadores no las provocan con mala intención, el efecto emocional en el niño puede ser duradero.

Principales tipos de heridas emocionales

Estas son algunas de las heridas más comunes:

Rechazo: Sentirse no deseado, ignorado o no aceptado.

Abandono: Falta de presencia física o emocional de las figuras significativas.

Humillación: Sentirse avergonzado, ridiculizado o desvalorizado.

Traición: Pérdida de confianza en alguien importante, generalmente por promesas rotas o decepciones.

Injusticia: Vivir en un ambiente rígido, autoritario o donde no se reconocen los esfuerzos ni las emociones.

¿Cómo se manifiestan en la adultez?

Las heridas de la infancia no desaparecen con los años si no se atienden. Más bien, se transforman en patrones de comportamiento, creencias limitantes o dificultades emocionales. Aquí algunos ejemplos de cómo pueden manifestarse:


Una persona que fue constantemente criticada o rechazada puede crecer con una voz interior dura y autocrítica. Esto puede llevar a la inseguridad, miedo al fracaso o dificultad para reconocer su propio valor.


Alguien que vivió abandono o traición puede tener miedo a la intimidad, desarrollar dependencia emocional o, al contrario, evitar comprometerse para no sufrir nuevamente.


Muchos adultos buscan validación externa porque, de niños, no recibieron suficiente amor incondicional o se les exigía "ser perfectos" para ser aceptados.


Quienes fueron humillados o controlados en la infancia, suelen tener problemas para decir “no”, priorizarse o expresar sus emociones por miedo al rechazo o al conflicto.


Cuando las emociones infantiles se reprimen o niegan, tienden a reaparecer más adelante en forma de síntomas emocionales como ansiedad, tristeza sin causa aparente, vacío interior o sensación de no pertenecer.

Sanar las heridas de la infancia no significa olvidar o justificar lo vivido, sino resignificar esas experiencias y devolvernos el poder que sentimos haber perdido. El proceso puede incluir:


Autoconocimiento, a través de la escritura, la meditación o la introspección guiada.

Relaciones sanas, que nos ayuden a experimentar el afecto, el respeto y la seguridad que tal vez faltaron en etapas tempranas.

Reconocer que tenemos heridas no nos hace débiles; nos hace humanos. Atenderlas es un acto profundo de amor propio y responsabilidad. Es elegir vivir desde la conciencia, no desde el dolor. Porque aunque no elegimos lo que nos pasó de niños, sí podemos elegir qué hacer con eso ahora que somos adultos.

Hoy quiero invitarte a que te tomes un momento para reflexionar:

¿Hay situaciones de tu presente que podrían estar conectadas con tu historia emocional de infancia?

No necesitas tener todas las respuestas ahora, pero sí puedes comenzar dando un pequeño paso. Escribir lo que sientes, buscar apoyo profesional o simplemente hablar con alguien de confianza puede ser el inicio de tu sanación.

Recuerda: sanar no es olvidar el pasado, sino hacer las paces con él para vivir con más libertad y autenticidad.
Tu bienestar emocional importa, y nunca es tarde para empezar a cuidar de tu niño o niña interior.

Espero que este escrito llegue a ti en el momento preciso , si te es posible compártelo para que más personas puedan leerlo.

La autora: Dra. Elizabeth Mora, MSc. 
Psicoterapeuta especialista en terapia sexual, familiar y de pareja.
Terapeuta cognitivo conductual niñas, niños y adolescentes.
Para citas contactar al teléfono vía Whatsapp: 849-530-0635.
Reside en Barahona.