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martes, 30 de septiembre de 2025

Crónicas del “Hombre de Blanco”

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POR STILL PEREZ

Danubio Jiménez es un personaje singular. Niño de la postguerra, pero con la ligereza y la frescura de un millennial, ha sabido trascender las épocas. Su espíritu libre lo convierte en un inagotable narrador de anécdotas, siempre cargadas de asombro, humor y enseñanza.

En una de esas memorias, compartida con gracia en las redes sociales, afirma que debe llamar “Don” al popular Fidel, y lo justifica con dos razones contundentes. La primera: porque Fidel, además de consejos, suele prodigarle órdenes, como si de un mentor se tratara. La segunda: porque es, sin lugar a dudas, el mejor sanduchero del país, distinción que alcanzó gracias a una técnica aprendida en la célebre cafetería Michelena, en los tiempos de Trujillo.

Narra “el Hombre de Blanco” que, en aquella época en que Fidel perfeccionaba su oficio, Robelín hijo de Chofel acostumbraba a pedir su sándwich entero, sin el tradicional corte a la mitad. Con ello buscaba eludir una norma social tácita, vigente entonces, según la cual el amigo que llegara en el preciso instante de servirse un sándwich tenía derecho, sin mayores explicaciones, a quedarse con una de las mitades.

Así son las crónicas de Danubio: retratos mínimos de un pasado cercano, donde la memoria se entrelaza con la picardía y el ingenio de toda una generación. Y al evocarlas, nos recuerdan que en los detalles sencillos un consejo, una broma, un sándwich compartido guarda la verdadera esencia de la amistad y la vida cotidiana en Barahona.