Las amistades son uno de los vínculos más valiosos que cultivamos a lo largo de nuestra vida. Nos acompañan, nos sostienen en los momentos difíciles y celebran con nosotros las alegrías. Sin embargo, no todas las amistades están destinadas a permanecer para siempre. Reconocer cuándo una relación de amistad ya no aporta bienestar es un acto de madurez y de amor propio.
Señales de alerta en una amistad
Hay ciertos comportamientos o dinámicas que nos pueden indicar que una amistad ha dejado de ser sana:
Energía drenante: cada encuentro nos deja agotados en lugar de recargados.
Críticas constantes: el apoyo es reemplazado por juicios y comentarios negativos.
Competencia disfrazada: en vez de alegrarse por nuestros logros, la otra persona siente envidia o los minimiza.
Desinterés evidente: la relación se sostiene solo si somos quienes siempre damos el primer paso.
Irrespeto a los límites: no se valoran nuestras necesidades, tiempo ni emociones.
Por qué cuesta soltar
Dejar atrás una amistad puede resultar doloroso porque muchas veces hay una historia compartida, recuerdos entrañables y un vínculo emocional fuerte. El miedo a la soledad o a ser juzgados también puede hacernos mantener la relación aunque ya no sea sana. Sin embargo, seguir en un vínculo que lastima puede impedirnos crecer y abrirnos a nuevas conexiones más nutritivas.
Cómo cerrar ciclos con respeto
Reconocer la realidad: aceptar que la relación ya no nos aporta lo mismo.
Expresar con claridad: si es posible, hablar con sinceridad y respeto sobre cómo nos sentimos.
Poner distancia: a veces no hace falta una ruptura dramática, sino simplemente dejar de forzar encuentros.
Practicar el perdón: soltar rencores ayuda a cerrar la etapa con paz.
El lado positivo de soltar
Aunque al inicio duela, dejar ir amistades que ya no suman abre espacio para personas que estén en sintonía con nuestro presente. Nos recuerda que no todo lo que empieza tiene que durar para siempre y que la calidad de nuestras relaciones es más importante que la cantidad.
Cuidar nuestras amistades también implica saber cuándo decir adiós. No se trata de acumular vínculos, sino de mantener aquellos que realmente nutren nuestra vida y nuestro entorno.
La autora: Dra., MSc.
Psicoterapeuta especialista en terapia sexual, familiar y de pareja.
Terapeuta cognitivo conductual niñas, niños y adolescentes.
Reside en Barahona.