Las primeras evidencias de que el plan funciona y puede alcanzar su cometido es que ya los iletrados comienzan a escribir sus propios nombres.
Este es el primer botón de muestra del Plan Nacional de Alfabetización “Quisqueya aprende contigo”, que el Gobierno puso en marcha hace pocas semanas.
Una rápida evaluación con los iletrados de la región Sur, en su mayoría personas adultas de entre 40 a 80 años de edad, muestra los magníficos avances que, en el orden personal, han experimentado estos ciudadanos.
Nunca en sus vidas habían aprendido a conocer y a usar las vocales, y ahora ya están aptos para escribir, al menos, sus nombres propios, los de sus hijos o parientes, los de las calles o lugares donde viven, y por ahí continúa la cadena del aprendizaje.
Hay mucho entusiasmo entre los que se inscribieron en los núcleos originales del programa porque ya se están dando cuenta de que el método de alfabetización, en realidad, los ayuda.
Y en la medida en que se difundan estos logros, más iletrados que aún no se han integrado a las clases dos veces por semana, sentirán igual deseo y entusiasmo de salir del mundo de la ignorancia para entrar en el del conocimiento que, en la mayoría de sus casos, se ha rezagado por años.
Estos son los primeros frutos de una iniciativa que persigue limpiar al país de iletrados en el 2014.
Es un auténtico y noble proyecto de nación que todos debemos seguir apoyando si queremos edificar una sociedad de calidad, donde el recurso humano se encuentre verdaderamente formado y preparado para servir a la causa del progreso, pero también de la democracia y la libertad, estas últimas tan vulnerables y fáciles de perderse si los pueblos se estancan en la ignorancia y la incultura.
Este es el primer botón de muestra del Plan Nacional de Alfabetización “Quisqueya aprende contigo”, que el Gobierno puso en marcha hace pocas semanas.
Una rápida evaluación con los iletrados de la región Sur, en su mayoría personas adultas de entre 40 a 80 años de edad, muestra los magníficos avances que, en el orden personal, han experimentado estos ciudadanos.
Nunca en sus vidas habían aprendido a conocer y a usar las vocales, y ahora ya están aptos para escribir, al menos, sus nombres propios, los de sus hijos o parientes, los de las calles o lugares donde viven, y por ahí continúa la cadena del aprendizaje.
Hay mucho entusiasmo entre los que se inscribieron en los núcleos originales del programa porque ya se están dando cuenta de que el método de alfabetización, en realidad, los ayuda.
Y en la medida en que se difundan estos logros, más iletrados que aún no se han integrado a las clases dos veces por semana, sentirán igual deseo y entusiasmo de salir del mundo de la ignorancia para entrar en el del conocimiento que, en la mayoría de sus casos, se ha rezagado por años.
Estos son los primeros frutos de una iniciativa que persigue limpiar al país de iletrados en el 2014.
Es un auténtico y noble proyecto de nación que todos debemos seguir apoyando si queremos edificar una sociedad de calidad, donde el recurso humano se encuentre verdaderamente formado y preparado para servir a la causa del progreso, pero también de la democracia y la libertad, estas últimas tan vulnerables y fáciles de perderse si los pueblos se estancan en la ignorancia y la incultura.
