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domingo, 17 de febrero de 2013

La región Sur y Bahía de las Águilas

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POR MANUEL VOLQUEZ BELLO, para Ecos del Sur
La posición asumida por el gobierno en el caso de la franja turística Bahía de las Águilas, en la provincia de Pedernales, nos ofrece una excelente oportunidad de darle más vida a nuestra olvida y empobrecida región Sur.

Contrario a los que se oponen a la explotación  en término turístico de esa hermosa zona del país, creo que no debemos desaprovechar este momento para sacarle provecho, sin sacrificar aspecto tan sensible e importante como lo es el ecosistema.

En Bahía de las Águilas hay zonas para el turismo. Son muchos los dominicanos que se pueden beneficiar del levantamiento de proyectos vinculados a la industria turística. También, sabemos que existen sectores egoístas de la región Este del país que siempre han obstaculizado la implementación de esos proyectos.

Sencillamente, es un asunto de intereses demoniacos que se oponen a la explotación de  Bahía de las Águilas, considerada como opción de desarrollo turístico.

La infraestructura está montada (hoteles, carreteras, aeropuertos, playas, balnearios, buena comida, receptividad y seguridad) para echar mano a la obra. Y debe hacerse por encima de los sectores económicos que se oponen.

Los sureños debemos unirnos para esta importante causa, y dejar atrás el sectarismo político y los resentimientos personales, si es que tenemos la sana intención de coadyuvar a salvar al Sur.
La región sur se debate entre la vida y la muerte. Más bien, se encuentra en estado de coma o pronóstico reservado, para expresarlo con un término médico.

Es una lástima que tengamos que decirlo en forma tan cruda, pero esa es la realidad.

Bastaría ver la cara de los pobladores para darnos cuenta que la pobreza está acabando con la zona. Y no es un problema de ahora. Es una escena que viene desde hace varias décadas. Más, pocos se han esforzado en buscar soluciones a la crisis, a no ser ofrecimientos aéreos en los aprestos de campaña.

El cuadro de miseria es alarmante. No estoy diciendo nada que no sepan los demás. Sencillamente, estamos recordando a nuestros gobernantes que si los sureños estamos vivos es por la misericordia de Dios.

Desde Baní hasta las zonas más profundas del suroeste miles de ciudadanos se subalimentan, sobreviven, con las pocas raciones que reciben y obtienen por su esfuerzo.

El desempleo cada día se hace más patético. Los más afortunados sobreviven con las remesas que reciben desde el exterior. La población está rodeada de precariedades, sin esperanzas de ver por ahora un futuro promisorio, en tanto los ancianos perecen sin ver llegar el porvenir que por décadas habían idealizado para sus hijos.

Así, la generalidad de los barahoneros, neiberos, duvergenses, pedernalenses, etc., se acuestan todas las noches con el estómago vacío, hasta el otro día, cuando calientan el estómago con una taza de café para inicial la jornada del día. En igual situación se encuentran los restantes pobladores de los pueblos sureños.

No se trata de los párrafos de una novela. Es una cruda realidad que espanta.

Hay que ir en auxilio de la región sur. Se trata de una tierra de hombres laboriosos, de prestigiosos profesionales en todas las ramas del saber, que han ofrendado sus vidas en beneficio de los mejores intereses de la República Dominicana. Entonces, no es justo que se mantenga ese cuadro de miseria en la zona.

El desempleo es el principal problema del Sur. ¿Por qué no desarrollar más programas de desarrollo que los que hasta ahora se han levantado?

Se necesitan más obras de infraestructuras turísticas que puedan garantizar la incorporación de la mano de obra baldía.

Ahora que tenemos un presidente sureño, que ha dado muestras de preocupación por los dominicanos más necesitados,  propicia es la oportunidad para pedir la celeridad en la reconstrucción de las carreteras, construcción de escuelas, instalación de zonas francas y otras medidas que tiendan a rescatar a la olvidada zona del suroeste de la miseria y de la muerte.

Apelamos a la sensibilidad de todos los partidos políticos, sin excepción, a las organizaciones cristianas, clubes culturales, la sociedad civil, y otros organismos, a los legisladores, de la región sur para que se solidaricen con este llamado.