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domingo, 21 de abril de 2013

OPINION DEL DOMINGO: Estamos descuidando la frontera

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POR MANUEL VOLQUEZ BELLO,
 Para Ecos del Sur
 
En la avenida Winston Churchill, llegando a la Bolívar en dirección Norte-Sur,  observé un letrero en una pared que decía lo siguiente: “República Dominicana más Haití, es lo mismo”. Lo firmaba un movimiento, de esos que promueven la unificación de las dos naciones que comparten la Isla Hispaniola.

Este fenómeno no es extraño, conociendo las pretensiones de algunas naciones, entre ellas Francia, España y Estados Unidos, de unir los dos países.

Esas intenciones las manifiestan a través de denuncias llenas de falsedades en las que se afirman que República Dominicana maltrata y niega determinados derechos a los ciudadanos haitianos que residen en el país de manera ilegal. Todos sabemos cuáles son las metas y los propósitos de esas denuncias. Y lo peor del caso es que desde el exterior hasta nos imparten órdenes para que carguemos con los problemas de Haití.

Pastor Vásquez, ministro consejero de nuestra embajada en Haití, y otros miembros de la sede diplomática, fueron agredidos a trompadas, desarmados los guardias de seguridad, por un grupo de haitianos cuando los dominicanos mediaban para evitar que continúen las agresiones contra choferes de vehículos pesados que entran por la frontera hacia territorio haitiano a llevar mercancías. Salvaron sus vidas porque huyeron.

Esos incidentes se han reproducido en los últimos meses al extremo que los conductores de patanas están aterrorizados y no quieren pasar por la frontera. La  franja fronteriza por el municipio Jimaní se ha convertido en un peligro para los conductores dominicanos y nuestros hermanos que laboran en la sede diplomática dominicana.
Sabemos que existen sectores que promueven una guerra entre dominicanos y haitianos. 

 Para esa misión, se han formado organizaciones que han realizado movilizaciones públicas frente a la sede de la Junta Central Electoral y la Dirección General de Migración demandando la entrega  de diversos documentos de ciudadanía, bajo el alegato de que  han nacido en suelo dominicano.
 
Entre esas organizaciones, hay iglesias dirigidas por pastores haitianos y muchos de esos ciudadanos se convierten a la religión para impedir ser repatriados en redadas migratorias.

Mucho se ha hablado sobre los haitianos ilegales que tienen especies de colonias en distintos puntos del país, de las parturientas que llegan a desembarcar sus crías en los hospitales del país, luego de pagar peajes a los militares encargados de vigilar nuestra frontera y a los dominicanos que olvidando el patriotismo se llenan los bolsillos con el trasiego de personas, incluyendo el transporte de ciudadanos de otras nacionalidades.

Se impone que la Dirección General de Migración y todos los organismos encargados de defender la Soberanía Nacional tomen las cosas más en serio y actúen con rigor porque se están descuidando con la frontera.

En cualquier momento enfrentaremos situaciones muy difíciles con el problema migratorio y luego será tarde para remediar esta situación. El problema lo tenemos con los ilegales, que entran al país con una asombrosa facilidad, con todo y  familia, y aquí son recibidos por organizaciones que se encargan de ubicarlos en los barrios, provincias y ciudades, y de facilitarles otras ayudas.

Pastor Vásquez, los miembros de la seguridad de la Embajada nuestra en Haití, y los choferes de vehículos pesados que transportan mercancías hacia esa nación, deben ser protegidos de inmediato.  Hoy fueron ellos, mañana podría repetirse esa repudiable y salvaje actitud.

Las autoridades dominico-haitianas están en la obligación de solucionar esos conflictos porque de continuar así, muy pronto se producirán represalias de parte del pueblo dominicano. Y eso no es bueno.