POR ALEJANDRO SANTANA
Artículo enviado a Ecos del Sur.
La historia o la postrimería son el juez severo y justo que tendrá que juzgar nuestras acciones en la tierra y eso lo saben políticos, policías, militares y todos los ciudadanos.
Un juez, se podría confundir y condenarnos por un hecho del cual nos acusan, aunque estas acusaciones contengan contradicciones vaguedades, pero su intima convicción lo hará dictar sentencia.
Me voy a referir a un hecho acaecido en el año de 1968 en los albores del balaguerismo; la muerte del abogado Carlos Julio González, de la cual siempre se acusó al escritor y político Ángel Augusto Suero, Don Negro.
Eran los tiempos de disgusto entre dirigentes del PRSC en esta ciudad donde todos se consideraban los abanderados del poder y haciendo uso inadecuado de ese poder le fastidiaban la vida a los demás.
Don Negro, entra en contradicción con varios dirigentes de ese partido oficial, pero las diferencias más marcadas estaban entre el y el abogado Carlos Julio González.
En sus discusiones, hubo amenazas de muerte, pero es posible que en sus mentes no estuviera ejecutarlas, solo eran euforias del momento, pero frente a estas alguien sacó partido y asesinan a González.
Don Negro Suero es acusado por el rumor publico de esa muerte, diversas versiones circularon en toda la ciudad, el muerto era un prestigioso abogado, ex funcionario del gobierno balaguerista y hombre de primera fila del partido en esta ciudad.
Apresamientos, investigaciones, torturas, la ciudad de luto y señalando a un “maldito”, Negro Suero, que se recluye en su vivienda y solo esta disponible para ciertos amigos y ciudadanos y siempre estaba protegido por guarda espaldas.
Pasan los meses, los años, tres testaferros al servicio de Suero, son apresados y torturados, obligados a golpes confesar un hecho del cual eran inocentes, varios años en prisión, y se desterraron de sociedad al extremo que uno de ellos jamás volvió, ni siquiera a la muerte de su madre.
Para la fecha, yo era estudiante y estaba interesado en la literatura, tenía una amistad (familiaridad), con un destacado declamador, llamado Justo Manuel Luperon, (Frank Adolfo), nieto de doña Manuela de la esquina de la Independencia con General Cabral.
Esa amistad y familiaridad nos llevo en ocasiones andar juntos, ensayar poesías y dedicarnos a la lectura, debo decir que de el aprendí el amor a los libros.
Una mañana nos encaminamos a la casa de don Negro, y sentados en una terracita, Frank Adolfo, y el hablaron de literaturas, de libros de poesías y finalmente de política.
Frank Adolfo, le dijo, al viejo escritor y político, textualmente lo siguiente: Don Negro, lo han estado acusando de la muerte del doctor González, vi. Unos volantes en las calles que decían Negro Suero se defiende, donde usted dejaba claro que no tenia nada que ver con esa muerte y yo le creo.
Don Negro, contestó con estas palabras, cuando Frank Adolfo le dijo que la historia lo juzgaría,!estoy consciente de ello, pero lamento que para cuando ocurra ya estaré muerto.
Ese dirigente político siempre defendió su inocencia sobre ese hecho, alegando que las amenazas vertidas fueron fruto del acaloramiento en una discusión.
Habría que destacar que esos rumores, acusaciones y malos entendido en ningún momento afecto su familia porque el la creó con gran nobleza y fueron brillantes profesionales y excelentes ciudadanos.
Hablo de eso porque 45 años después la historia lo ha absuelto, don Negro Suero no fue el asesino de Carlos Julio González, los que fueron a la cárcel tan poco fueron sus asesinos. Lo ajustició la revolución, comando de la izquierda que entendieron en ese entonces que era una acción militar noble.
Recuerdo con satisfacción esa conversación de mi amigo Frank Adolfo, y un escritor que me ha deleitado con algunos de sus libros; el gato bocharía y Juan del Campo entre otros y porque se que la historia también hablara de mi, me juzgara en mi accionar en el SNTP y mi ejercicio periodístico y hasta en mi vida como hombre publico.
Es posible que igual que don Negro también este muerto, pero habrá una pluma que escribirá de mi como lo hago hoy a favor de un hombre que levantó a una familia con mucha dignidad que han sido y son ejemplos de nobleza.
Artículo enviado a Ecos del Sur.
La historia o la postrimería son el juez severo y justo que tendrá que juzgar nuestras acciones en la tierra y eso lo saben políticos, policías, militares y todos los ciudadanos.
Un juez, se podría confundir y condenarnos por un hecho del cual nos acusan, aunque estas acusaciones contengan contradicciones vaguedades, pero su intima convicción lo hará dictar sentencia.
Me voy a referir a un hecho acaecido en el año de 1968 en los albores del balaguerismo; la muerte del abogado Carlos Julio González, de la cual siempre se acusó al escritor y político Ángel Augusto Suero, Don Negro.
Eran los tiempos de disgusto entre dirigentes del PRSC en esta ciudad donde todos se consideraban los abanderados del poder y haciendo uso inadecuado de ese poder le fastidiaban la vida a los demás.
Don Negro, entra en contradicción con varios dirigentes de ese partido oficial, pero las diferencias más marcadas estaban entre el y el abogado Carlos Julio González.
En sus discusiones, hubo amenazas de muerte, pero es posible que en sus mentes no estuviera ejecutarlas, solo eran euforias del momento, pero frente a estas alguien sacó partido y asesinan a González.
Don Negro Suero es acusado por el rumor publico de esa muerte, diversas versiones circularon en toda la ciudad, el muerto era un prestigioso abogado, ex funcionario del gobierno balaguerista y hombre de primera fila del partido en esta ciudad.
Apresamientos, investigaciones, torturas, la ciudad de luto y señalando a un “maldito”, Negro Suero, que se recluye en su vivienda y solo esta disponible para ciertos amigos y ciudadanos y siempre estaba protegido por guarda espaldas.
Pasan los meses, los años, tres testaferros al servicio de Suero, son apresados y torturados, obligados a golpes confesar un hecho del cual eran inocentes, varios años en prisión, y se desterraron de sociedad al extremo que uno de ellos jamás volvió, ni siquiera a la muerte de su madre.
Para la fecha, yo era estudiante y estaba interesado en la literatura, tenía una amistad (familiaridad), con un destacado declamador, llamado Justo Manuel Luperon, (Frank Adolfo), nieto de doña Manuela de la esquina de la Independencia con General Cabral.
Esa amistad y familiaridad nos llevo en ocasiones andar juntos, ensayar poesías y dedicarnos a la lectura, debo decir que de el aprendí el amor a los libros.
Una mañana nos encaminamos a la casa de don Negro, y sentados en una terracita, Frank Adolfo, y el hablaron de literaturas, de libros de poesías y finalmente de política.
Frank Adolfo, le dijo, al viejo escritor y político, textualmente lo siguiente: Don Negro, lo han estado acusando de la muerte del doctor González, vi. Unos volantes en las calles que decían Negro Suero se defiende, donde usted dejaba claro que no tenia nada que ver con esa muerte y yo le creo.
Don Negro, contestó con estas palabras, cuando Frank Adolfo le dijo que la historia lo juzgaría,!estoy consciente de ello, pero lamento que para cuando ocurra ya estaré muerto.
Ese dirigente político siempre defendió su inocencia sobre ese hecho, alegando que las amenazas vertidas fueron fruto del acaloramiento en una discusión.
Habría que destacar que esos rumores, acusaciones y malos entendido en ningún momento afecto su familia porque el la creó con gran nobleza y fueron brillantes profesionales y excelentes ciudadanos.
Hablo de eso porque 45 años después la historia lo ha absuelto, don Negro Suero no fue el asesino de Carlos Julio González, los que fueron a la cárcel tan poco fueron sus asesinos. Lo ajustició la revolución, comando de la izquierda que entendieron en ese entonces que era una acción militar noble.
Recuerdo con satisfacción esa conversación de mi amigo Frank Adolfo, y un escritor que me ha deleitado con algunos de sus libros; el gato bocharía y Juan del Campo entre otros y porque se que la historia también hablara de mi, me juzgara en mi accionar en el SNTP y mi ejercicio periodístico y hasta en mi vida como hombre publico.
Es posible que igual que don Negro también este muerto, pero habrá una pluma que escribirá de mi como lo hago hoy a favor de un hombre que levantó a una familia con mucha dignidad que han sido y son ejemplos de nobleza.