2. La frontera sin control real, ¿un gran problema, o un gran negocio?
Hablar sobre este tema le da miedo a cualquiera, pues se sabe que ahí hay muchos intereses involucrados. Ya se sabe por varias encuestas muy serias que la mano de obra haitiana es el 90% en la agricultura no tecnificada; el 84% en las construcciones privadas; el 73% en las construcciones públicas (del gobierno), y el 10% en el sector turismo.
Y para que tantos inmigrantes indocumentados (o ilegales, me lo mismo) realicen sus labores normalmente día a día, y regresen de vez en cuando a su país, se requieren al menos una de dos cosas:
1) Que sean magos, para hacerse invisibles desde la frontera hasta los centros laborales, y viceversa;
2) Que haya complicidad de las altas instancias del poder, para facilitarle el normal tránsito de un lado al otro.
Para evitar que la gente no fanatizada con este tema llegue a comprender que en realidad los haitianos indocumentado en el país son un gran negocio para muchos sectores de poder, y que por tanto el no control de la frontera es intencional, a diario nos bombardean con informaciones anti haitianas. Así refuerzan el fanatismo de mucha gente que se considera “nacionalista”, “patriota”, y los pone “a coger piedras para los más chichitos”.
Para ayudar a comprender la falsedad de los responsables del control de la frontera, les narro lo sucedido en los días finales de la trama para sacar a Aristide del poder en 1991. Balaguer, en un discurso al país una noche, dijo que había deportado por Dajabón a 5,000 haitianos. Menos de una semana después, una cantidad indeterminable de haitianos eran transportados de noche desde Pedernales a lugares desconocidos. Y no lo hacían los que odiaban a su país, y amaban a Haití. No, lo hacía el Ejercito Nacional, que los recogía desde los barcos en que llegaban a la playa. EN OTRAS PALABRAS, PARA ENGAÑAR A LOS INCAUTOS, LOS SACABAN POR DAJABÓN, Y LOS ENTRABAN POR PEDERNALES.
Ya en otra época, en primer gobierno de Leonel Fernández, el Padre Avelino denunció hasta perder la voz que en La Lanza de Polo había un campamento donde se juntaban haitianos para sacarlos en autobuses los jueves por la noche. Como era de esperarse, ninguna autoridad le hizo caso.
Finalmente, creo que no hace falta mostrar de nuevo mis convicciones, pero, como dicen los abogados, lo que abunda no daña:
a) Creo en el Duarte de su época, el que no robó recursos del Estado, el que dijo que lo primero es ser justo, si se quiere ser feliz; el que quiso un país libre de toda potencia extranjera o que se hundiera la isla; no en el que han maquillado ahora para hacerlo potable a los sectores que lo combatieron;
b) Creo en la necesidad de controlar la frontera y regular la inmigración de cualquier nacionalidad, pero no soy tan ignorante como para creer se le puede encomendar al ratón que cuide al queso.
c) Creo que los haitianos son nuestros hermanos, como los cubanos, los colombianos, los venezolanos, los chilenos, los mexicanos, y demás. Y que es injusto e inhumano de ambas partes mantener unas relaciones que nos separan como si fuera un mandato divino.
d) Creo que es posible, además de necesario, mantener la unidad dentro de la diversidad.
e) Creo que el fanatismo, el sectarismo, la intolerancia, el orgullo, frenan nuestro desarrollo integral, y nos atomizan, nos deshumanizan.
Y si por mis creencias, actitudes, comportamiento, la diosa Intolerancia considera que merezco la pena capital, preparen el paredón, que no será la primera vez esto suceda.