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domingo, 4 de mayo de 2014

REFLEXION: Mi pueblo ya no es mi pueblo

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POR MIGUEL ANGEL FIGUEREO
Para ECOS DEL SUR

  “Como usted no va a la montaña, la montaña ha venido donde usted,” con esa expresión cargada de celos sinceros de un compadre de toda la vida, se acercó a la puerta de Don Ignacio, su compadre, el  profesor Alejandro, quien a pesar de dar muestra de agotamiento físico por la caminata desde su casa, abrazó a su compadre, el golpeó con su palmadita la espalda, saludó a la comadre Clara y de inmediato la aseguró que vino porque estaba muy preocupado por su salud, le recordó que hace un buen tiempo que no sabía de él.

                Lleno de alegría, el profesor Alejandro lo invitó a sentarse y mientras pasaban revista de la vida, Doña Clara le ofreció al compadre una gallina criolla que terminaba de guisar , con arroz con coco y habichuelas verdes, mientras almorzaban la comadre fue a la mata de aguacate, tomó uno que estaba maduro  lo partió y se lo puso en la mesa, en medio de la alegría del encuentro y el  aroma de la comida, donde Ignacio sólo atinó en decir-  Comida sana y producida en la casa, no se ve todos los días, los tiempos han cambiado mucho, al igual que los pueblos.

                Fue entonces cuando el profesor Alejandro interrumpió para recordarle al compadre que la cuidad de Barahona ha sido impactada  por grandes transformaciones, en las afueras se han construido hermosas viviendas, al igual que en el centro, el malecón, es un verdadero espacio de recreación y de deportes vespertino, mientras que en las noches es una gran discoteca, para justificar su análisis, dijo, esa es la causa que cada fin de semana, el número de visitantes va en aumento, a nosotros nos espera un avance en el turismo y yo lo  aplaudo, cuando el turismo es sano, es una gran empresa, así se lo explicaba a mis alumnos cuando impartía docencia. 

                Escéptico por la exposición del compadre, don Ignacio, le dijo que se hace necesario llamar  a la atención de las autoridades de los gobiernos central y municipal, así como a la sociedad civil, porque Barahona se está quedando sin calles y todo parece indicar que a nadie le preocupa esa realidad.  Fue entonces cuando el compadre abriendo los ojos y en señal  de no entender lo afirmado, sólo atinó decir- explíquese mejor porque hasta donde sé las calles están ahí.

                Observe que en las calles de la ciudad no hay lugares donde estacionarse en un vehículo, especialmente en los alrededores del mercado, los dueños de negocios han privatizado los frentes de sus centros comerciales,   colocando obstáculos como:  tanques, latas llenas de cemento y cuantas cosas que consideren adecuadas  para evitar que los vehículos se puedan parquear, esto sucede, dice el compadre, a pesar  que las calles son consideradas  bienes de la comunidad y por lo tanto de uso colectivo y agrega, las calles  son para el uso exclusivo de los vehículos, el pago del impuesto de las placas, es la garantía que tiene cada conductor de usufructo de las vías de comunicación, fue entonces cuando agregó esas son otras causas que permiten asegurar que mi pueblo ya no es mi pueblo, en el pasado eso no se permitía.

                Don Alejo, levantó la mano para que su compadre se detenga en su exposición, cuando logró interrumpirlo, le señaló también, que los conductores y los motoconchistas conducen por vías contrarias a las establecidas por las autoridades y eso pone en peligro las vidas de los transeúntes y las autoridades deben regularizar esas situación que desdice mucho de nosotros  como somos una ciudad de una población culta y con la esperanza de un mejor mañana, concluyó el compadre, al  pararse de su asiento de despidió de su  comadre Clara y se marchó, pidiéndole verse la próxima semana, con la esperanza de que su pueblo recobrará los parqueos ocupados y el respeto a la ley de tránsito.