POR ÁGUEDA RAMÍREZ DE RODRÍGUEZ,
para Ecos del Sur
De la obra MARÍA MONTEZ Su Vida de Margarita Vicens de Morales y de otros documentos extraemos los datos que aquí presentamos.
Fueron sus padres, Regla María Teresa Vidal Recio, ama de casa e Isidoro Gracia García, comerciante en maderas y tejidos. Fue la segunda de diez hijos y su nacimiento se produjo el 6 de junio del 1912, en la calle Jaime Mota, en esta ciudad de Barahona. El nombre María África proviene de una combinación: María en honor a su madre y África en homenaje al continente de ese nombre al cual pertenece la isla de Palma en el archipiélago de las Canarias al cual pertenece desde el punto de vista geográfico el lugar de origen de su padre.
La vocación de María hacia el cine se manifestó desde niña cuando, soñadora por demás, acuciosa e imaginativa, hablaba y se movía como lo haría ante un público, llegando en sus juegos a crear su propio escenario tendiendo una sábana blanca de una pared a otra de su casa, la cual era tenuemente iluminada con un lámpara de gas, refiere la autora antes mencionada, de ahí su poder de convicción producto de profundas motivaciones que brotaban en su interior.
También desde niña practicó lo necesario para cristalizar sus aspiraciones de ser actriz de cine: asidua lectora de revistas que trataban el tema, ejercicio físico para preservar su figura, así como la práctica de la pronunciación de la lengua inglesa, auxiliada en esta última tarea por jóvenes hijos de empleados de la West Indies Sugar Company, empresa norteamericana que para la época controlaba el cultivo y procesamiento de la caña de azúcar en la zona.
En 1932, el 28 de noviembre, contrajo matrimonio con el representante aquí del First National City Bank of New York, el irlandés William G. McFeeters, con quien se trasladó a residir en la isla de Puerto Rico y desde donde se trasladó en 1939 a la ciudad de Nueva York en busca de su sueño: ser actriz de cine.
Aunque su escolaridad alcanzó sólo el octavo grado de la educación primaria, su inteligencia y el interés de alcanzar su sueño le permitieron desenvolverse con soltura en un medio extraño a ella y triunfar a pesar de las dificultades que hubo de enfrentar. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, su primer trabajo consistió en posar para la portada de una revista a cambio de la paga de US$50, refiere un artículo publicado por El Planeta, de San Juan de la Maguana el 6 de julio del 2010.
Es en 1940 cuando ingresa a Hollywood con su nombre de casada Marie McFeeters, donde se dedica por completo a la atención de asuntos vitales para su carrera cinematográfica tales como: lecciones de arte dramático, danza y canto en inglés, que la colocarían en condiciones de ser incluida en el reparto de alguna de las películas que la empresa Universal Pictures, que la había contratado, proyectaba realizar. De excelente gusto en el vestir, a pocos meses de su llegada a Hollywood fue catalogada como “la mejor vestida de toda la colonia del cine”, relata la autora Vicens.
El apellido Montez lo adoptó porque evocaba a la bailarina circense del siglo XIX Lola Montes, y porque le pareció que se acoplaría muy bien con el primero de sus nombres de pila, María. Lola Montes se llamó en realidad Eliza Rosanna Gilbert y fue irlandesa. Entre 1941 y 1951, María Montez filmó en total veintiséis películas: veintiuna en Hollywood, dos en Francia y tres en Italia.
De la obra MARÍA MONTEZ Su Vida de Margarita Vicens de Morales y de otros documentos extraemos los datos que aquí presentamos.
Fueron sus padres, Regla María Teresa Vidal Recio, ama de casa e Isidoro Gracia García, comerciante en maderas y tejidos. Fue la segunda de diez hijos y su nacimiento se produjo el 6 de junio del 1912, en la calle Jaime Mota, en esta ciudad de Barahona. El nombre María África proviene de una combinación: María en honor a su madre y África en homenaje al continente de ese nombre al cual pertenece la isla de Palma en el archipiélago de las Canarias al cual pertenece desde el punto de vista geográfico el lugar de origen de su padre.
La vocación de María hacia el cine se manifestó desde niña cuando, soñadora por demás, acuciosa e imaginativa, hablaba y se movía como lo haría ante un público, llegando en sus juegos a crear su propio escenario tendiendo una sábana blanca de una pared a otra de su casa, la cual era tenuemente iluminada con un lámpara de gas, refiere la autora antes mencionada, de ahí su poder de convicción producto de profundas motivaciones que brotaban en su interior.
También desde niña practicó lo necesario para cristalizar sus aspiraciones de ser actriz de cine: asidua lectora de revistas que trataban el tema, ejercicio físico para preservar su figura, así como la práctica de la pronunciación de la lengua inglesa, auxiliada en esta última tarea por jóvenes hijos de empleados de la West Indies Sugar Company, empresa norteamericana que para la época controlaba el cultivo y procesamiento de la caña de azúcar en la zona.
En 1932, el 28 de noviembre, contrajo matrimonio con el representante aquí del First National City Bank of New York, el irlandés William G. McFeeters, con quien se trasladó a residir en la isla de Puerto Rico y desde donde se trasladó en 1939 a la ciudad de Nueva York en busca de su sueño: ser actriz de cine.
Aunque su escolaridad alcanzó sólo el octavo grado de la educación primaria, su inteligencia y el interés de alcanzar su sueño le permitieron desenvolverse con soltura en un medio extraño a ella y triunfar a pesar de las dificultades que hubo de enfrentar. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, su primer trabajo consistió en posar para la portada de una revista a cambio de la paga de US$50, refiere un artículo publicado por El Planeta, de San Juan de la Maguana el 6 de julio del 2010.
Es en 1940 cuando ingresa a Hollywood con su nombre de casada Marie McFeeters, donde se dedica por completo a la atención de asuntos vitales para su carrera cinematográfica tales como: lecciones de arte dramático, danza y canto en inglés, que la colocarían en condiciones de ser incluida en el reparto de alguna de las películas que la empresa Universal Pictures, que la había contratado, proyectaba realizar. De excelente gusto en el vestir, a pocos meses de su llegada a Hollywood fue catalogada como “la mejor vestida de toda la colonia del cine”, relata la autora Vicens.
El apellido Montez lo adoptó porque evocaba a la bailarina circense del siglo XIX Lola Montes, y porque le pareció que se acoplaría muy bien con el primero de sus nombres de pila, María. Lola Montes se llamó en realidad Eliza Rosanna Gilbert y fue irlandesa. Entre 1941 y 1951, María Montez filmó en total veintiséis películas: veintiuna en Hollywood, dos en Francia y tres en Italia.