En el primer lustro de la década del 70, ingresé al Liceo Federico Henríquez y Carvajal, cuando funcionaba frente al Arco; allí también estudiaban Luis Marino Matos Méndez y mi esposa Geisa Catalina Matos Méndez.
Mientras yo luchaba por las reivindicaciones estudiantiles desde la Unión Nacional de Estudiantes Revolucionarios (UER), ellos lo hacían desde la Juventud Revolucionaria Camilista (JRC)
En ese proceso nos enamoramos Geisa y yo, por lo tanto pasé a relacionarme con esa familia. Con sus altas y sus bajas, nos mudamos a mi casa en Camboya cuando ganó Antonio Guzmán, las elecciones en el 1978, nos casamos formalmente en el año 1981 y tuvimos cuatro hijos.
Luis se casó y tuvo tres, siendo el segundo Luis Ramón, nacido en el 1986, dos años después de los cuatro hijos de mi matrimonio.
Mis hijos y los de Luis Marino han tenido mucha cercanía y más que como primos, se han tratado como hermanos
Por eso el dolor de Luis, Ramona (padres de Luis Ramón), Geisa y Hochi (sus hermanos), su esposa e hijos, es nuestro dolor.
Siempre estuvimos en contacto en la salud y en la enfermedad, lo visitábamos en Boston, quedándonos mi esposa y yo con él en su casa en nuestro último viaje, y cuando estaba en el país nos reuníamos en Barahona y en la capital, donde se produjo su último internamiento en el país, a propósito de la enfermedad que le cegó la vida.
Tenemos muchos recuerdos de Luis Ramón, tristes y alegres. Los tristes los enterramos con su cuerpo porque su alma ya está al lado del señor, y nos quedaremos por siempre con su personalidad excepcional cuyo legado de amor perdurará para siempre, pero sobre todo nos quedamos con su sonrisa juvenil y con su alegría.