La salud mental en la infancia es un tema que, muchas veces, se pasa por alto porque se cree que los niños “no tienen problemas” o que “no entienden”. Sin embargo, desde muy pequeños ellos experimentan emociones, atraviesan cambios y enfrentan situaciones que pueden impactar directamente en su bienestar emocional y psicológico. Prestar atención a las señales de alerta no solo ayuda a detectar posibles dificultades a tiempo, sino que también permite ofrecer herramientas para que los niños crezcan con resiliencia y equilibrio.
¿Por qué es importante cuidar la salud mental infantil?
La infancia es una etapa clave para el desarrollo de la personalidad, la autoestima y las habilidades sociales. Cuando un niño atraviesa dificultades emocionales sin el acompañamiento adecuado, estas pueden transformarse en problemas más serios en la adolescencia o en la adultez, como ansiedad, depresión o dificultades en las relaciones interpersonales.
Por eso, los padres, educadores y cuidadores tienen un rol fundamental: estar atentos a los cambios de conducta y a las señales que el niño expresa con su cuerpo, sus palabras o su comportamiento.
Señales de alerta a las que debemos prestar atención
Aunque cada niño es único y expresa sus emociones de manera distinta, existen ciertos indicadores que pueden servir como luces amarillas para activar la atención:
1. Cambios bruscos en el comportamiento
De la calma a la irritabilidad, de la alegría al aislamiento repentino. Estos cambios pueden reflejar que algo no está bien emocionalmente.
2. Problemas en el sueño o la alimentación
Pesadillas frecuentes, insomnio, dormir demasiado, pérdida del apetito o comer en exceso pueden ser señales de ansiedad o angustia.
3. Dificultades escolares
Un descenso en el rendimiento académico, problemas de concentración o pérdida de interés por la escuela pueden estar vinculados a un malestar emocional.
4. Quejas físicas recurrentes sin causa médica aparente
Dolores de cabeza, de estómago o cansancio constante pueden ser manifestaciones somáticas de problemas emocionales.
5. Aislamiento social
Cuando un niño evita jugar con otros, se aparta de amigos o se niega a participar en actividades que antes disfrutaba.
6. Expresiones de tristeza, miedo o desesperanza
Aunque los niños pequeños no siempre tienen el lenguaje para describir lo que sienten, sus palabras o dibujos pueden mostrar lo que les preocupa.
7. Conductas regresivas
Volver a hacerse pis en la cama, chuparse el dedo o necesitar excesivamente a los padres después de haber superado esas etapas.
¿Qué hacer si detectamos señales de alerta?
Escuchar sin juzgar: Dar espacio al niño para expresarse con confianza y sin temor a reprimendas.
Mantener rutinas estables: La estructura da seguridad y calma a los niños.
Fomentar la comunicación emocional: Enseñarles a poner nombre a lo que sienten (tristeza, miedo, alegría, enojo).
Buscar apoyo profesional: Psicólogos infantiles y psicoterapeutas especializados pueden orientar a la familia y al niño para intervenir de forma temprana.
Cuidar el entorno familiar: Los conflictos en casa, la violencia o la falta de comunicación afectan profundamente a los pequeños.
Activar alertas no significa alarmarse, sino reconocer que la salud mental de los niños merece tanta atención como la salud física. Estar atentos a las señales es un acto de amor y responsabilidad, que puede marcar la diferencia en el presente y en el futuro de los más pequeños.
Si notas que hay alguna conducta que no te parece habitual en tus niñas o niños busca ayuda de un profesional de la salud que puede orientarte donde llevarle.
La autora: Dra. Elizabeth Mora, MSc.
Psicoterapeuta especialista en terapia sexual, familiar y de pareja.
Terapeuta cognitivo conductual niñas, niños y adolescentes.
Reside en Barahona.