Hace unos cinco años escribí mi primera impresión sobre esta miniserie que conquistó a millones de espectadores. Hoy, al releer aquel texto, confirmo que sigue teniendo plena vigencia; por eso vuelvo a compartirlo.
Muchos amigos que conocen mi afición por el ajedrez me preguntaron entonces qué pensaba de Gambito de dama, la producción de Netflix que alcanzó gran popularidad en la República Dominicana.
Aunque no soy crítico de cine, sí soy un apasionado del séptimo arte y del ajedrez, y puedo afirmar que pocas veces se ha logrado tanta precisión técnica en una obra audiovisual cuyo eje sea este deporte-ciencia. Cada partida parece jugada por un verdadero maestro, y cada escena transmite la intensidad real de la competencia en el tablero.
La historia de Beth Harmon refleja cómo el ajedrez transforma su vida: eleva su autoestima, le da reconocimiento social y la impulsa a superar sus vacíos emocionales. Todo ello a pesar de su orfandad y de sus luchas personales.
Como sugiere el propio título (Gambito de dama), el sacrificio de la protagonista es ilimitado: noches de desvelo, estudios obsesivos, libros adquiridos y hasta sustraídos, y un largo camino para abrirse paso en un mundo dominado por hombres.
Una obra que, cinco años después, sigo considerando una verdadera joya
