Mancebo, oriunda de Barahona, recordó que su pasión nació desde niña, influenciada por su madre y su abuela, quienes le inculcaron el amor por la joyería. “Comencé trabajando el Larimar como un hobby… nunca imaginé vivir de esto”, expresó con emoción.
Relató cómo el Larimar pasó de ser “una piedrecita encontrada en la playa” a convertirse en obras de arte que hoy representan la identidad cultural y económica de la provincia. “Trabajar el Larimar es para mí una responsabilidad moral. Cada pieza lleva alma, historia y compromiso social”, dijo.
La diseñadora también destacó el esfuerzo de los mineros y artesanos, afirmando que “sin ellos, el Larimar no tendría vida”.
Autoridades, familiares y representantes del sector minero subieron al escenario para acompañarla en el momento de la entrega, describiéndola como “un pilar creativo y un símbolo de orgullo para la comunidad”.
Sus piezas estuvieron expuestas en el exhibidor central del evento, donde visitantes pudieron apreciar la evolución y sensibilidad artística que caracterizan su obra.
