En su artículo titulado “El diablo está en los detalles”, publicado en el Listín Diario, Jiménez afirmó que sus señalamientos se basan exclusivamente en el análisis de estados financieros auditados y datos públicos, y aclaró que sus observaciones no se refieren al Banco de Reservas, sino únicamente a su filial aseguradora, Seguros Reservas, entidad distinta y de menor escala.
El economista explicó que, desde 2022, Seguros Reservas registra pérdidas operativas recurrentes, con montos que oscilan entre 200 y 800 millones de pesos anuales, marcando la primera vez desde 2005 que la empresa presenta tres años consecutivos de pérdidas en su actividad principal, sin que el país haya enfrentado desastres naturales extraordinarios que lo justifiquen.
Jiménez advirtió que, aunque la aseguradora muestra utilidades netas, estas provienen principalmente de ingresos financieros, y no de su operación aseguradora. Detalló que la rentabilidad por cada peso cobrado en primas cayó de 20.4 centavos en 2019 a apenas 6.2 centavos entre 2022 y 2024, lo que representa una reducción cercana al 70 % y el nivel más bajo en más de una década.
Uno de los puntos más sensibles del análisis es el incremento exponencial de las primas pagadas por el propio Banco de Reservas a Seguros Reservas, que pasaron de 201 millones de pesos en 2019 a más de 4,000 millones en 2024, sin que los niveles de siniestralidad aumentaran de forma proporcional. Para Jiménez, este tipo de operaciones internas amerita explicaciones técnicas, ya que podrían estar siendo utilizadas para compensar déficits operativos.
Asimismo, llamó la atención sobre contratos específicos, como el seguro estudiantil del Ministerio de Educación, que generó ingresos superiores a 540 millones de pesos anuales, pese al bajo conocimiento y uso efectivo del producto, así como el acuerdo de reaseguro entre SENASA y Seguros Reservas, a pesar de que esta última no es una empresa de reaseguro.
El economista cuestionó que, en lugar de responder con datos y explicaciones, se haya optado por reacciones defensivas y campañas costosas, y recordó que la transparencia financiera no debilita al Estado, sino que lo fortalece.
“Quien administra fondos públicos debe rendir cuentas sin ofenderse. Si alguien se molesta porque lo auditan, lo que le molesta no es la crítica, es el control”, afirmó Jiménez, reiterando que continuará analizando y explicando los números con rigor técnico y responsabilidad ciudadana.
