POR DAVID RAMIREZ
Para ECOS DEL SUR
Mucho antes que se fundara lo que hoy se conoce como el municipio Santa Cruz de Barahona, toda el área que ocupa la ciudad fue un bosque virgen, con abundantes árboles autóctonos, como la caoba. Para cuando se produjeron los primeros asentamientos humanos conocidos o históricamente verificables en nuestro municipio, la madera de ese árbol era el ramo más comercializable, el principal recurso económico de exportación hasta finales de 1860.
La fundación de la villa de Barahona, del cual no se tiene una fecha exacta o registro histórico ya que se perdió con el tiempo, no sucedió de forma planificada, sino de modo fortuito. La presencia de la caoba y otros árboles maderables, como el cerro y el guayacán, ayudaron al crecimiento poblacional de la villa, también a impulsar su estructura económica. El comercio con la madera preciosa, no la caña como creen algunos, fue la actividad económica que forjó la ciudad de Barahona tal como hoy la conocemos.
Basado en las tradiciones orales de la familia Ramírez Suero, Don Matías Ramírez nos relata en su libro, “Fundación de Barahona”, que un día Felipe Suero, mientras buscaba toros extraviados de su propiedad, llegó a la orilla del mar, topándose por casualidad con una playa hermosa donde un río transparente (el Birán), hacía un remanso.
Es muy probable que Don Felipe Suero, encantado por la belleza increíble de ese territorio recién descubierto, con una tierra fértil y abundantes árboles con maderas preciosas, decidiese quedarse en aquel lugar.
Basado en los relatos de Don Matías, tal vez el sitio exacto de ese territorio o paraíso que Don Felipe Suero encontró, haya sido lo que hoy se conoce como el barrio “La playa”. Esa zona es considerada por otros historiadores como el “centro primario” de la ciudad, lugar donde estuvo los primeros asentamientos humanos históricamente verificable.
Fue en ese territorio de nuestra provincia, donde los comerciantes de la madera, acompañados con sus trabajadores y familias, instalaron los primeros aserraderos y almacenes, también construyeron a la orilla de la playa sus ranchos o bohíos ¨para guarecerse del sol y la lluvia”.
Mientras deforestaban toda el área del centro primario, estos especuladores de la madera llegaron al territorio de Rincón (lo que hoy se conoce como Cabral), y luego pasaron a la serranía del Bahoruco, causando un “ ecodicidio” por más de setenta y cinco años, del cual todavía muchas lomas y montañas no se recuperan.
La desforestación del centro primario no fue un proceso de la noche a la mañana, todavía para el 1853, lo que se conocía como la villa Barahona, estaba rodeada de arboles maderables, así lo atestigua la proclama de agosto de ese año del presidente Pedro Santana, quien se quejaba que lo único que presentaba la villa Barahona a la vista del visitante eran muchos árboles y malezas.
La fundación de la villa de Barahona, del cual no se tiene una fecha exacta o registro histórico ya que se perdió con el tiempo, no sucedió de forma planificada, sino de modo fortuito. La presencia de la caoba y otros árboles maderables, como el cerro y el guayacán, ayudaron al crecimiento poblacional de la villa, también a impulsar su estructura económica. El comercio con la madera preciosa, no la caña como creen algunos, fue la actividad económica que forjó la ciudad de Barahona tal como hoy la conocemos.
Basado en las tradiciones orales de la familia Ramírez Suero, Don Matías Ramírez nos relata en su libro, “Fundación de Barahona”, que un día Felipe Suero, mientras buscaba toros extraviados de su propiedad, llegó a la orilla del mar, topándose por casualidad con una playa hermosa donde un río transparente (el Birán), hacía un remanso.
Es muy probable que Don Felipe Suero, encantado por la belleza increíble de ese territorio recién descubierto, con una tierra fértil y abundantes árboles con maderas preciosas, decidiese quedarse en aquel lugar.
Basado en los relatos de Don Matías, tal vez el sitio exacto de ese territorio o paraíso que Don Felipe Suero encontró, haya sido lo que hoy se conoce como el barrio “La playa”. Esa zona es considerada por otros historiadores como el “centro primario” de la ciudad, lugar donde estuvo los primeros asentamientos humanos históricamente verificable.
Fue en ese territorio de nuestra provincia, donde los comerciantes de la madera, acompañados con sus trabajadores y familias, instalaron los primeros aserraderos y almacenes, también construyeron a la orilla de la playa sus ranchos o bohíos ¨para guarecerse del sol y la lluvia”.
Mientras deforestaban toda el área del centro primario, estos especuladores de la madera llegaron al territorio de Rincón (lo que hoy se conoce como Cabral), y luego pasaron a la serranía del Bahoruco, causando un “ ecodicidio” por más de setenta y cinco años, del cual todavía muchas lomas y montañas no se recuperan.
La desforestación del centro primario no fue un proceso de la noche a la mañana, todavía para el 1853, lo que se conocía como la villa Barahona, estaba rodeada de arboles maderables, así lo atestigua la proclama de agosto de ese año del presidente Pedro Santana, quien se quejaba que lo único que presentaba la villa Barahona a la vista del visitante eran muchos árboles y malezas.