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sábado, 7 de diciembre de 2013

OPINION: La deforestación del centro primario de Barahona (y II)

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Casi cien años más tarde ya prácticamente no quedaba en el centro primario arboles de caobas o cedros, sólo en pie troncos y pequeños arboles en los patios de algunas casas o calles, como lo narra José A. Robert en su libro “La evolución histórica de Barahona”.

El crecimiento desmesurado de la población (para 1885 ya no había solares vacío en el centro de la ciudad), la agricultura de subsistencia  o  “ conuquismo”, la tala indiscriminada, el trazado de nuestras calles o posiblemente la presencia en ese  territorio de la hacienda de caña “Policena” de  Sylvain Coiscou, (cuyo sembradío comenzaba en la cabeza del río Birán y se extendía hasta su desembocadura en el mar), contribuyeron a la desaparición de la mayoría de los arboles de madera preciosa del centro primario.

Para sembrar la caña, Coiscou tuvo que talar cientos de arboles ya que su hacienda, según Welnel Darío Féliz en su libro “Historia de Barahona 1801-1900” se extendía hasta donde no podía alcanzar la vista. Sin lugar a dudas, la deforestación indiscriminada y la siembra de caña trajo la degradación de la cubierta vegetal del territorio de lo que fue el centro primario.

Esa deforestación, que se llevó a cabo durante más de un  siglo, tuvo como consecuencias la extinción de casi todos los arboles de caobas, cedros y guayacán  de aquel bosque virgen  y de singular belleza que vieron una vez los ojos de don Felipe Suero.

Muchos de los árboles centenarios de madera preciosa que quedan aún en pie  en esa zona y que la alcaldía, (sin consultar al pueblo), se empeña en talar, tal vez sean  los últimos sobrevivientes de una expansión urbana que comenzó con el trazado de nuestras calles, la construcción en el 1894 de parque, el traslado del cementerio o la construcción y luego ampliación del malecón durante la dictadura de Trujillo.

La alcaldía de Barahona y Mitur justifican el corte de los arboles de caobas supuestamente para “embellecer” el boulevard o malecón. Debo aclarar que la belleza es relativa, lo que es bello o decorativo en un ambiente urbano para algunos, para otros tal vez no lo sea.

Si don Felipe Suero se hubiese topado con un paisaje sólo con palmeras datilera en vez de arboles de caoba y cedro ¿De igual modo habría encontrado bello el paisaje?

Particularmente creo que sin la caoba, Barahona como ciudad, tal vez no existiría.