Por Carlos Julio Féliz Vidal
Usé relojes y anillo de graduación. Un amigo robó mi reloj chapado en oro; algunas libras de más, hicieron pequeño mi primer anillo de graduación.
Tengo derecho a usar anillo de distintas universidades nacionales y extranjeras; también a adornar mi cuerpo con las joyas que prefiera y nada habría de malo en hacer una u otra cosa.
Sólo señalo estos dato para responder algunas inquietudes de personas amigas y de mi propia familia.
Siempre supe que mis verdaderas razones para dejar de usar joyas, no eran el robo ni el peso, sino la evolución de mis convicciones.
Cuando me gradué de abogado, un anillo de la UASD hablaba por ti, te dejaba sin voz, te sustituía.
Un reloj RW, era una tentación para amigos y enemigos; esa "joya" me hizo perder un amigo.
Decidí ser yo mi propia voz y aunque la Brador adaptó mi anillo al crecimiento de mi dedo, jamás lo usé, para evitar que mi ostentación profesional impidiera ser visto como la persona que era, y no cómo el símbolo profesional que el anillo comunicaba.
Con respecto a las joyas, sé que soy una de mucho más valor que todas las que me ponga; mis amigos no robaran mis joyas artificiales, si quieren que roben mis ideas o que se detengan en mis valores, al final, si algo importa de mí, serán las ideas y las creencias que tengo.
