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martes, 25 de octubre de 2022

¡Basta Ya!

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Por Leonardo Mercedes

¿De la suerte de cuáles pueblos y gentes tendremos que alegrarnos con el desarrollo del excluyente enclave turístico de sol y playa de Cabo Rojo- Pedernales?

Quizás un poco de éste, porque algo tendrá que tocarle, pues se contempla mejorar su malecón y construir una urbanización con hoteles y edificios de alojamiento.

Le tocará algo también de las oportunidades de empleo, los que de seguro le corresponderá compartir con los vecinos, que sólo tendrán que cruzar la frontera, y hasta se mudarán.

Imagínense, si los hermanos haitianos son la principal fuerza laboral en Bávaro y Punta Cana, que les queda a más de 300 km, que no podrá ser con Cabo Rojo y Pedernales.

Porque los grandes beneficiarios del uso y explotación de nuestros recursos naturales serán los inversionistas extranjeros y los grupos económicos locales asociados.

Y no es que nos opongamos a la inversión foránea, a lo que nos oponemos es a la forma genuflexa y tan onerosa como se hace y a la visión excluyente y no integral que las orienta.

De quienes tenemos que condolernos es del resto de las provincias y pueblos de la Región Enriquillo, no tomados en cuenta en dicho proyecto, como tampoco sus riquezas naturales, principalmente de Barahona. Pues sucede, que este proyecto desecha y borra todo lo que se había estudiado, analizado, elaborado, planeado y acumulado como proyectos, desde la Era de Trujillo, pasando por Balaguer, en el siglo pasado, Hipólito, Leonel y Danilo en éste, lo que culminó expresándose en la declaratoria de esta región como IV Polo Turístico Ampliado del país, de Barahona como Provincia Ecoturística y de su ciudad como indiscutible centro urbano de la misma.

Todo eso ha sido tirado al zafacón de la historia, incluyendo la infraestructura que se había adelantado, construido y que ya se tenía en esa perspectiva (ver rehabilitación del puerto marítimo para puerto de carga, esencialmente minera y a granel, la destrucción del malecón de la ciudad y la conversión del aeropuerto María Montez en taller de reparación de aeronaves).

Y es que los intereses de los grupos económico-políticos de poder enraizados en los sectores turístico, minero e industrial (esperen la fábrica de cemento y la expansión del CAC con la Presa de Monte Grande), predominantes en el gobierno actual, tienen decidido convertir a Barahona en zona minera, lo que conlleva la destrucción del Bahoruco Oriental y de todas sus riquezas hídricas, faunísticas, florísticas, paisajísticas e inmensa biodiversidad (Ver mapa de derechos mineros en la Web de Ministerio de Energía y Minas).

A quienes estén de acuerdo con lo que se ha hecho, planea y sigue, por conveniencia personal, grupal, política o falta de visión, que les aproveche. El supremo juez alguna vez pedirá cuentas.

Pero, a quienes por encima de banderías políticas amamos a nuestro pueblo y región y luchamos por su desarrollo y bienestar en armonía con la naturaleza, preservando y aprovechando para beneficio colectivo sus riquezas: aguas, bosques y biodiversidad, sólo nos quedan dos caminos: ceder el paso o resistir. Y una única opción: Luchar con decisión, coraje y sin tregua para impedir que se consuma esa horrorosa tragedia, tomando las redes, los medios, los parques, calles y caminos, gritando a todo pulmón: ¡BASTA YA!